19 de mayo de 2006

Hasta Que La Pequeña Muerte Nos Separe


Siempre hay un chico en tu vida que parece ser el modelo en base al cual elegís y juzgas a todos los demás. Es el chico más lindo y cool que conoces. Es tan, tan, tan lindo que ni siquiera te molestás en gustar de él. Pero no deja de ser tu fantasía que algún día se dé cuenta de que le gustás, y te invite a salir. Jamás estuviste, ni estás enamorada de él. Es más, pueden pasar días sin que pienses en él, pero cuando lo ves, aún cuando solo ves su foto, te hacés pis y por 10 segundos creés que es el amor de tu vida. Hasta que volvés al mundo real, y decidís seguir como si nada, sabiendo que dejarte llevar por él es un suicidio.
Ponés su foto en el Messenger y en tu billetera para que tus exes lo vean y crean que estás de novia con el chico más lindo del mundo. Y si realmente fuera tu novio, se lo mostrarías a todos, lo llevarías a todos los eventos, le sacarías cientos de fotos con diversos atuendos y jamás mirarías a otros chicos, porque difícilmente encuentres a alguno más atractivo luego de estar con este adonis.

Vas a un festival musical, y entre montones de remeras de Morrissey, lo ves. Inmediatamente te volvés loca por él. Olvidás toda la cordura y racionalidad que pregonabas solo unas líneas más arriba. Podrías ser inteligente, desacomodarte un poco el pelo, poner tu mejor cara de puta, acercarte a saludarlo y entablar una interesante conversación. Pero no. Después de haberlo convertido en el semental todopoderoso, el mister Hawaian Tropic 2006, tu novio ficticio y el chico al que siempre soñás pero nunca podrías aspirar, se volvió una bola de belleza, actitud, un mito, que lo único que hace es inhibirte, hacerte entrar en pánico y esconderte de él. Tenés terror de tener que confrontarlo, te ponés excusas para no tener que saludarlo; "Estoy fea", "está con alguien", "no se va a acordar de mí", "¿de qué vamos a hablar?". Tenés miedo de que te ignore, pero más aún, tenés miedo de que te preste atención, ¿cómo vas a hacer para mantenerla, para estar a su altura? ¿Cuánto vas a poder sostener esto?

Te lo cruzás al menos seis veces. Es hora de volver a casa y te vas a tomar el colectivo sintiéndote una imbécil cobarde por haberlo evadido, por no haber aprovechado tu oportunidad, es por esto que sos jamás transada. En medio de tu odio ves que ahí viene él, acompañado por toda su hermosura. Das vuelta la cara, y hacés como que no lo viste, otra vez. En lugar de seguir de largo como desearías lo hubiera hecho, se pone atrás tuyo en la cola del colectivo. INCREÍBLE, de todos los lugares, de todas las personas, por mera casualidad estás parada junto al chico más lindo del mundo, tu novio ideal. Vamos, ya es ridículo, ¿cuánto más vas a fingir que no lo reconocés? Te das vuelta y lo saludás actuando sorprendida. Contrario a lo que imaginabas, se entusiasma al verte. Una vez que te ponés a hablar, te das cuenta de que no era tan difícil, y que sí tenías tema. Y mientras habla, pensás que esto es como si a los 10 años hubieras viajado en colectivo con ese chico de Jugate Conmigo que tanto te gustaba, o como si a los seis hubieras tomado la leche y visto los Pitufos con Pablito Ruiz.

Al día siguiente recibís el llamado más inesperado de tu vida, es él, está prácticamente desesperado por verte, ya, ya mismo, te dice que estabas lindísima y que se arrepiente de no haberte transado ahí mismo, ¡te querés matar! Y vos todo el tiempo pensando que solo te hablaba por lástima. Es demasiado increíble, se acerca Navidad y Santa al fin leyó tu carta. Es lunes y estás trabajando, así que tratás de posponer el encuentro hasta el fin de semana, tenés que prepararte mentalmente después de esto, y por supuesto también, físicamente; tenés seis partes diferentes del cuerpo de donde sacarte pelos, un choclo en medio de tu frente del que tenés que deshacerte ya, y un tono de piel color pollo hervido que necesita sol inmediatamente. Y por supuesto, algo de ropa nueva para adquirir ese look rockstar que es el único que logra hacerte sentir una estrella porno. Listo, cinco días son suficiente.

Te mandás para la casa de él en un domingo que Morrissey jamás hubiera imaginado, te lo re transás, como nunca antes te habías transado a alguien. Mah sí, si era otro le parabas el carro de una, pero este hay uno solo, lo dejás hacer, te dejás hacer, hasta que terminás con él dormido y roncando al lado tuyo.
Te volvés a casa con ganas de contarle al remisero sobre lo bueno que fue tu día, pero dudás que al pobre hombre realmente le interese tu historia. No importa, ya vas a encontrar a alguien, no te vas a quedar sin contar esto, y a pesar de que en el auto suena el inmundo nuevo corte de David Bisbal, no podés dejar de sonreír.

Pasan los días y no volvés a saber de él, al menos no de un modo que implique un nuevo encuentro, pero obtuviste mucho más de lo que esperabas, y por más que siempre vas queriendo más y más, no estuvo tan mal, para nada. Tal vez sí lo vuelvas a ver y le hagas el doble de lo que le hiciste antes, y tal vez fue solo ese día, ¿pero cuántas pueden decir que estuvieron con el chico más lindo que alguna vez vieron? ¿Que les cayó una cita del cielo como si fueran la mismísima Bridget Jones? Al menos a vos JAMÁS te había pasado. Así que no te arrepientas, no esperes más, no sufras, no mires atrás con ira, relajate y gozá, acordate con una sonrisa, la cara sonrojada y una ceja levantada, que domingos como ese, hay pocos.

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