Estás a minutos de convertirte en la persona más patética del mundo, colonias de moho comienzan a formarse sobre tu cuerpo y tu vida social. Ya llevás encima más fines de semana de los que podés recordar en los que no evitás quedarte en casa, para así acentuar aún más tu soledad, porque al contrario de lo que el común de la gente piensa, vos no podes salir PARA ser feliz, para levantar tu ánimo, para salir de tu agujero y distraerte un rato, no, vos solo salís SÍ sos feliz, para festejar esa felicidad que llegó, y que no dura para siempre. Es ahí, cuando ya estás al límite de lo vergonzoso, cuando aparece el chico que te gusta con la cita que tanto estabas esperando, esa invitación con la que fantaseabas hace meses. No podía invitarte antes y evitarte el mal rato, no podía decidirse antes, no, tuvo que esperar a que estuvieras desesperadísima y ya casi aburrida de él, para venir a hacer su rescate triunfal.
Eso sí, ahora te sentís la puta mas grande del mundo. Que después de ignorarte descaradamente durante meses, de repente te invite a la casa porque la novia está de vacaciones (¡Sí, sí, créanlo o no, lo hacen con estas palabras, lo que hace replantearse si realmente valoramos la sinceridad a veces) ¿Qué sos? ¿La chica que viene en moto pero en vez de un kilo de helado trae ¼ de teta y un pan dulce en mal estado? ¿O sos la maestra suplente, a la que todos los chicos le miran el culo, pero en el fondo desean que llegue la titular porque ya están acostumbrados a sus tareas? Al menos, en esta película de enredos, sos el único personaje que maneja toda la información, no como esa pobre idiota que está con el balde y la pala pensando en cómo su novio la debe extrañar. En la posición en la que estás ya no da para andar con muchos requisitos, y francamente, con tal de transarlo y manosearlo un rato, no pensás presentar objeciones, así que desaparece tu orgullo, y por primera y única vez, vas a interpretar el papel de “La Puta”.
En estos casos hay un dilema. Evidentemente no vas a confiar en un hombre que engaña a su novia con vos. Así que no vas a esperar que después de verlo, él cometa algún acto heróico como volverte a llamar, sabés desde un principio a quien te enfrentás. Sabés que te quiere solo para el trabajo sucio. Y es acá cuando tenés que estar segura de lo que buscás, pero por sobre todas las cosas, estar segura de que pase lo que pase no vas a buscar más que eso. ¿Hasta dónde podés llegar sin hacer que la aventura se convierta en algo traumático? ¿Cómo hacer para que pasado el momento no haya arrepentimientos de ningún tipo?
En principio, si te acostás con él, es probable que después te sientas una idiota, o peor aún, que quieras seguir acostándote con él, pero ya no puedas, con lo cual el hecho de aceptar que no lo vas a volver a ver, y que lo que vos querés se lo esta dando a otra, va a ser mucho más difícil. Otra factible posibilidad sería que no te acuestes con él, con lo cual seguramente llegará el inmediato e inevitable arrepentimiento del día siguiente, cuando vas a estar echando humo por todos y cada uno de los orificios de tu cuerpo, pero tal vez en ese mismo momento no sentías las ganas, y hubieras deseado que la oportunidad no se diera solo una vez, hubieras deseado que fuera como en la época de los Beatles, y de solo sostener manos. ¿Cuál sería la opción más sensata? ¿Cuál de los dos arrepentimientos pesa menos?
Si no te acostás con él en la primera cita, inmediatamente va a pensar que no estás dispuesta a tener algo casual y sin compromisos, y que va a tener que pagar el alquiler por adelantado para que lo dejes entrar en la casa; esto es, convertirse en tu novio. Claro que con ese criterio, te los tenés que agarrar a todos de una para que no crean que te querés casar de blanco. Ellos siempre van a querer tener sexo desde el primer día, lo espiritual, lo personal, viene después, si es que viene. ¿Pero cómo llegar a eso? Si ellos te dejan antes, si después de un par de citas en las que no los dejás ponerla ya se están yendo. ¿Será que siempre tenés que entregar la entrepierna como peaje para ganar su confianza y poder acceder a algo más?
Es cuestión de psicología inversa, para entregarnos sexualmente, tenemos que ver que ellos aun están interesados en nosotras aunque no ocurra nada. Si un hombre dice "Lo hacemos cuando vos quieras, en serio, no me importa esperar, no me parece imprescindible", ¡ya está! Que se olvide, porque YA le estamos bajando los pantalones. Si en cambio opta por la posición infantil de "Dale, ¿pero por qué no?", "Pero yo quiero ahora", "¿Y cuando?", ¡MAL!, ¡error! Nunca lo va a tener, que se resigne ya por que jamás va a pasar. Si solo supieran qué decir, de qué manera llegarnos, si razonaran un poco como una mujer, si se esforzaran un poco en impresionarnos, podrían conseguir muchas más cosas. Gracias a Dios, no tienen idea de esto, no saben la contraseña, y es así como podemos diferenciar a los que nos quieren para que les hagamos un show de una sola noche, y a los que nos quieren contratar por toda la temporada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario