19 de mayo de 2006

La Nueva Ola


Mientras que cuando uno es chico este es el tipo de relación más común, y enfrentémoslo, realmente es la única que nos interesa y la única que podríamos llevar a cabo, cuando uno crece pierde la capacidad para sobrellevarlas. Si en la infancia supimos vivir romances unilaterales con una gama de seres que va desde compañeritos de segundo grado, hasta Harrison Ford y el pato Donald, es ahora cuando finalmente entendemos que a medida que pasan los años se hace cuesta arriba llevar una vida sana cuando tu novio imaginario es un fugitivo, o a un ave de corral.
El objeto puede ser alguien con el que alguna vez estuviste, alguien que tiene novia, alguien que no sabe y nunca va a saber lo que pensás de él, o alguien que está solo, desesperado, y fue informado en reiteradas ocasiones sobre tu voluntad de hacerle compañía, pero aun así no muestra interés alguno en vos.
Poco te importa si está dispuesto a ser parte de la relación o no, vos te encaminás en ella sola. Te arreglás todos los días como si fueras a verlo, a pesar de que la última vez que supiste de él fue en navidad, te comportás como si fueras a verlo esa noche, todas las noches, porque a pesar de que no estás clínicamente loca, y de que no es algo de lo que particularmente te enorgullezcas, en los momentos más hostiles, todavía te gusta jugar a que él es tu novio.
Y siempre comparás y descartás chicos en base a él, como si él fuera una opción, quedándote sin el pan y sin la torta, porque a veces un pan te busca, pero la torta siempre te ignora.
De tanto invertir tiempo en él, creaste todo un mundo a su alrededor, que tiene su escenario, su banda de sonido, su vestuario, sus diálogos y sus escenas para mayores de 18 años.
Pero cuando te querés dar cuenta, estás extrañando cosas que nunca pasaron. Añorando recuerdos ajenos. No podés disfrutar de esas tardes de domingo británicamente melancólicas. No podés ocuparlas con algo que no sea acordarte de cosas, sobre todo de cosas que nunca pasaron. Y mientras escuchás la New Wave reglamentaria que sigue a la resaca del sábado a la noche, la misma música de la noche anterior, pero con otra perspectiva, sin la gente, sin el alcohol, sin el olor a humo y bajo la luz del día. Ahora ya no suena igual, no es así como deberías escucharla. Se suponía que ibas a estar en los suburbios, y que iba a hacer calor, e iba a ser de tarde, e ibas a tener una campera con capucha y estampado de cebra, y olor a cerveza en la ropa.
Y vos sola creaste el mito de que los domingos deberían ser diferentes, o tal vez fue otra persona, tal vez lo recuerdos también eran de esa persona, ya no lo distinguís.
No vas a decidirte a que sería remotamente posible que esos recuerdos te sean propios.
No vas a plantarte y resolver que alguien que te ignora no merece tu atención, y decididamente no estás dispuesta a resignar esa vida que no tenés.
¿Qué te queda? El tiempo dirá, y dirá que esa vida no viaja con él, viaja con vos. Que ya sabés que siempre hay alguien más, y que en cuanto tengas puesto tu buzo de cebra, estés escuchando a los Housemartins y huelas a cerveza, ya vas a estar a salvo.

El Neón, La Puta, Y El Rockero

Estás a minutos de convertirte en la persona más patética del mundo, colonias de moho comienzan a formarse sobre tu cuerpo y tu vida social. Ya llevás encima más fines de semana de los que podés recordar en los que no evitás quedarte en casa, para así acentuar aún más tu soledad, porque al contrario de lo que el común de la gente piensa, vos no podes salir PARA ser feliz, para levantar tu ánimo, para salir de tu agujero y distraerte un rato, no, vos solo salís SÍ sos feliz, para festejar esa felicidad que llegó, y que no dura para siempre. Es ahí, cuando ya estás al límite de lo vergonzoso, cuando aparece el chico que te gusta con la cita que tanto estabas esperando, esa invitación con la que fantaseabas hace meses. No podía invitarte antes y evitarte el mal rato, no podía decidirse antes, no, tuvo que esperar a que estuvieras desesperadísima y ya casi aburrida de él, para venir a hacer su rescate triunfal.
Eso sí, ahora te sentís la puta mas grande del mundo. Que después de ignorarte descaradamente durante meses, de repente te invite a la casa porque la novia está de vacaciones (¡Sí, sí, créanlo o no, lo hacen con estas palabras, lo que hace replantearse si realmente valoramos la sinceridad a veces) ¿Qué sos? ¿La chica que viene en moto pero en vez de un kilo de helado trae ¼ de teta y un pan dulce en mal estado? ¿O sos la maestra suplente, a la que todos los chicos le miran el culo, pero en el fondo desean que llegue la titular porque ya están acostumbrados a sus tareas? Al menos, en esta película de enredos, sos el único personaje que maneja toda la información, no como esa pobre idiota que está con el balde y la pala pensando en cómo su novio la debe extrañar. En la posición en la que estás ya no da para andar con muchos requisitos, y francamente, con tal de transarlo y manosearlo un rato, no pensás presentar objeciones, así que desaparece tu orgullo, y por primera y única vez, vas a interpretar el papel de “La Puta”.
En estos casos hay un dilema. Evidentemente no vas a confiar en un hombre que engaña a su novia con vos. Así que no vas a esperar que después de verlo, él cometa algún acto heróico como volverte a llamar, sabés desde un principio a quien te enfrentás. Sabés que te quiere solo para el trabajo sucio. Y es acá cuando tenés que estar segura de lo que buscás, pero por sobre todas las cosas, estar segura de que pase lo que pase no vas a buscar más que eso. ¿Hasta dónde podés llegar sin hacer que la aventura se convierta en algo traumático? ¿Cómo hacer para que pasado el momento no haya arrepentimientos de ningún tipo?
En principio, si te acostás con él, es probable que después te sientas una idiota, o peor aún, que quieras seguir acostándote con él, pero ya no puedas, con lo cual el hecho de aceptar que no lo vas a volver a ver, y que lo que vos querés se lo esta dando a otra, va a ser mucho más difícil. Otra factible posibilidad sería que no te acuestes con él, con lo cual seguramente llegará el inmediato e inevitable arrepentimiento del día siguiente, cuando vas a estar echando humo por todos y cada uno de los orificios de tu cuerpo, pero tal vez en ese mismo momento no sentías las ganas, y hubieras deseado que la oportunidad no se diera solo una vez, hubieras deseado que fuera como en la época de los Beatles, y de solo sostener manos. ¿Cuál sería la opción más sensata? ¿Cuál de los dos arrepentimientos pesa menos?
Si no te acostás con él en la primera cita, inmediatamente va a pensar que no estás dispuesta a tener algo casual y sin compromisos, y que va a tener que pagar el alquiler por adelantado para que lo dejes entrar en la casa; esto es, convertirse en tu novio. Claro que con ese criterio, te los tenés que agarrar a todos de una para que no crean que te querés casar de blanco. Ellos siempre van a querer tener sexo desde el primer día, lo espiritual, lo personal, viene después, si es que viene. ¿Pero cómo llegar a eso? Si ellos te dejan antes, si después de un par de citas en las que no los dejás ponerla ya se están yendo. ¿Será que siempre tenés que entregar la entrepierna como peaje para ganar su confianza y poder acceder a algo más?

Es cuestión de psicología inversa, para entregarnos sexualmente, tenemos que ver que ellos aun están interesados en nosotras aunque no ocurra nada. Si un hombre dice "Lo hacemos cuando vos quieras, en serio, no me importa esperar, no me parece imprescindible", ¡ya está! Que se olvide, porque YA le estamos bajando los pantalones. Si en cambio opta por la posición infantil de "Dale, ¿pero por qué no?", "Pero yo quiero ahora", "¿Y cuando?", ¡MAL!, ¡error! Nunca lo va a tener, que se resigne ya por que jamás va a pasar. Si solo supieran qué decir, de qué manera llegarnos, si razonaran un poco como una mujer, si se esforzaran un poco en impresionarnos, podrían conseguir muchas más cosas. Gracias a Dios, no tienen idea de esto, no saben la contraseña, y es así como podemos diferenciar a los que nos quieren para que les hagamos un show de una sola noche, y a los que nos quieren contratar por toda la temporada.

Era Por Eso Que Cantaba Barbra Streisand


Sí, sí, sí, cuando tenés una cita programada es el mejor momento de todos. Sabés que en seis, cinco, cuatro, tres días, vas a ser transada, sí o sí. Te van a ver por la calle con un hombre que no es ni tu hermano ni tu amigo Ariel, “La reina de Ciudad Evita”. Durante esos días ya no te interesa saber más nada del chico con el que vas a salir, lo único importante es saber que hay una cita, fuera de eso, preferís evadirlo y pasar la semana haciéndote expectativas al por mayor e ilusionándote. No necesitás que él haga o diga algo fuera del libreto que termine por bajarte a la tierra. Ahora sí podés ponerte a chatear con esos amigos con los que no hablás hace tanto, ¡porque ahora sí tenés algo para contar! Podés llamar a todas las amigas con novio sin tener pánico de que te pregunten "¿Qué es de tu vida?” ¡Nunca quieren saber qué es de tu vida! ¡Solo quieren saber si por fin tenés novio! Y si te invitan a una fiesta, o a salir, accedés gustosa, porque finalmente tenés algo por lo cual salir a festejar, no sería como salir a fingir que sos feliz y disfrutás. Dejás en la tele películas como Sintonía de amor, Jamás besada y Solo Tú, porque lo único que querés es seguir llenándote la cabeza con azúcar. Ahora realmente entendés por qué Annie va al Empire State en Sintonía de amor, y por qué Barbra Streisand canta tanto en Hello Dolly, aunque para ser honesta, solamente prestás atención al 50 por ciento de la trama, el resto del tiempo, solo fantaseás, sabiendo que pronto vas a ser parte de ese romántico y emocionante mundo. Finalmente podés ir al cine con tu mejor amigo, sin sentir ganas de llorar cada vez que recordás que éste es tu mejor plan para el sábado a la noche, o cada vez que el acomodador te da dos asientos contra la pared en la última fila, y mientras guiña un ojo les dice “Buenos asientos, ¿no, chicos?”. Es en estos momentos en los que creés que tu vida se vuelve completamente impredecible, y perdés la capacidad de hacer planes a largo plazo. En el caso de que alguien te invite, por ejemplo, a irte a Santa Teresita en las vacaciones, vos no aceptás, claro, por que imaginás que tal vez tengas planes mejores, como estar haciendo nudismo en una playa de Copacabana con el flaco untándote Caipirinha. Así que por las dudas, cancelás todos los compromisos que tenías de acá a un año. También aprovechás estos momentos de felicidad para deshacerte de todas las mierdas que te recuerdan al último chico con el que saliste, ya no necesitás aferrarte a ese pasado para no sentirte carente de hombres, y además, necesitás espacio para llenarlo con nuevos boletos, servilletas sucias, fotos, CD’s de bandas que no te gustan, y todo tipo de artículos sin valor monetario alguno. Hasta podrías volver a terapia, solo para que la psicóloga vea que ahora tenés algo más para contar, aparte de que te sentís sofocada porque tu mamá levanta el teléfono cuando estás hablando. Pero mejor no, sería muy humillante contarle todo esto a alguien con un diploma. Por último, te olvidás de todo el conocimiento y gusto musical que te tomó tantos hombres conseguir, y te dedicás exclusivamente a escuchar a Ashlee Simpson, y el soundtrack de Legalmente Rubia, las piezas más alegres y alentadoras que hay en tu discoteca. Y las mismas canciones que tenías vedadas por recordarte lo mal que te sentías, ahora se reivindican transformándose en himnos de un futuro prometedor. La cuenta regresiva llega a su fin, y es la semana que más disfrutaste en mucho tiempo, pura y exclusivamente porque sabias que había algo esperándote al final. Ahora se terminan la ilusión y la fantasía, es hora de tu cita.

Con La Dignidad No Hacemos Nada



Cuando dejás de preocuparte por si te lo transarás o no, comenzás a preocuparte por cuándo te lo volverás a transar. O sea que básicamente, nunca sos capaz de disfrutar nada, tu mente siempre arruina los momentos de felicidad de tu cuerpo con ansiedad, angustias y preguntas. Y en la espera de que él reaparezca, la única salida a esa maraña de preguntas, a ese embrollo de preocupación, a esa bolsa de gatos de análisis, a ese cardumen de incertidumbres, es llamarlo vos. Dar vos el segundo paso, buscarlo, invitarlo a salir, ver qué más quiere de vos. No estás segura de que hacer eso sea una buena idea, ya que él puede creer que querés envolverlo en tu baba de seda y hacerlo tu esposo (en general tienden a pensar esto, a veces sí, queremos hacer eso, no lo vas a negar, pero muchas otras veces solo queremos lo mismo que ellos). Claro que los chicos que te gustan nunca consideran la posibilidad de que lo único que quieras de él es su lengua, o un revolcón, o 100 revolcones; son lo suficientemente soberbios como para pensar que es inevitable que si te dan la mano te agarres el brazo, de que si te conceden un par de salidas más, no vas a poder evitar enamorarte... ilusos.
Bien, para evitar que crea que sos una loca que lo persigue en busca de matrimonio, una buena pensión, y alguien a quien obligar a festejar San Valentín, consultás con todas tus amigas, y mejor aún, amigos, sobre si es correcto que vayas en busca de él, o no. Lo curioso es, que la mayoría de la gente te va a recomendar que esperes, que te hagas rogar, que le seas indiferente, que finjas que no te importa, que es él el que te tiene que buscar, y ahí te surgen dos preguntas (suele costarte no hacerte preguntas), la primera es; ¿Por qué tengo que esperar a que ÉL quiera verme? ¿Mi opinión no cuenta para nada? ¿Por qué es todo a SU conveniencia? ¿Por qué cuando ÉL sienta ganas de verme, va a poder acudir a MÍ, pero cuando YO tengo ganas de verlo debo guardármelas en la bombacha fingiendo ser una lady y esperar a que él este listo? ¿Por qué tenés que hacer lo que él quiere y cuando quiere? Estás en todo tu derecho cívico y moral de buscarlo vos. Ahora, pregunta numero dos, cuando le mostrás tu determinación a tus allegados, completamente segura de lo que vas a hacer (es más, tenés toda una lista de razones de por qué NO sos una loca escrita en un papel de carta de Garfield), ellos siempre quieren convencerte de que no lo hagas, de que no te rebajes, que no pierdas tu dignidad…¡Pero así no vas a transar nunca! ¡Con la dignidad no hacemos nada! Preferís regalarte por una noche de felicidad, lo vale, después te olvidás de lo que hiciste para conseguirla. Vos estás confiada de que sos una loba y de que él obviamente te va a decir que sí, no te cabe ninguna duda, ¡pero todo el mundo te tira abajo! Todos te dicen que es un forro, que se hace el boludo, que no lo busques. ¿Qué le pasa a todo el mundo que quiere evitar que te regales? ¡Si a vos no te molesta! ¿Qué te quieren cuidar? Tienden a impedir que te ofrezcas en sacrificio, ¿qué mierda les importa? Te quieren cuidar el culo, ¿para qué? ¡Si vos lo querés regalar! Odiás a la gente que da consejos malos para que uno se quede en el moldecito, sano y salvo, pero sin premio. Vos querés que te digan lo que querés escuchar, lo que tenés que escuchar, la idea de aconsejar no es decir la verdad, es alentar a los demás a que hagan las locuras que realmente quieren hacer pero no se animan. Y si la única respuesta que obtenés es la que no querés escuchar; a palabras necias, oídos sordos, lo único que te va a eximir del arrepentimiento y la frustración, es hacer lo que vos querías.
Y sin más vacilación, decidís comportarte como la hembra avasallante que siempre hubieras deseado ser, y lo buscás, con la certeza de que si no te regalás, nadie te va a venir a comprar.

No Hay Ovejas Negras En El Arca De Noé


A veces, cuando pasás demasiados sábados a la noche en tu casa, o en su defecto en el cine, con una amiga, viendo cosas como Orgullo y Prejuicio, comenzás a preguntarte;
¿por qué es que las mujeres más idiotas están llenas de hombres? ¿Por qué a las mujeres con las que no se puede entablar una conversación sobre algo más que lo que están haciendo inmediatamente siempre hay alguien esperándolas a la salida del trabajo? ¿Cuándo te convertiste en el Cyrano de tu mejor amiga, explicándole quienes son los Smiths para que ella lo pueda incluir en su repertorio de chamuyos?
Dejás de hacerte preguntas porque no querés oír las respuestas, no querés enterarte de que esto es porque sos muy fea, o muy colérica, o porque años de admirar a Woody Allen convirtieron tu humor en algo inexplicable para los demás, o porque heredaste los pechos de papá.
Y antes de que te convenzas de que todo se debe a que no tenés la altura suficiente para resultar atractiva, tus amigos te dan la respuesta menos esperada. Todos están de acuerdo en que sos mayoritariamente normal, te ves bastante bien, Woody Allen es gracioso, y los pechos de papá no están tan mal. Es otra cosa, algo que a los seis años, cuando te golpeaban con cajas de Cepita, hubieras apreciado, pero ahora que sos adulta no creés con certeza que sea un beneficio, y es que los hombres, te tienen miedo.
No la clase de miedo que sienten cuando les comprás medias de traje en el primer mes o cuando les decís que querés tener tres hijos con ellos, y al primero nombrarlo en su honor, otro miedo. El miedo a estar con alguien demasiado parecido a ellos, que tenga sus gustos, y sus cualidades y que pueda tener el conocimiento y las bases suficientes como para poder juzgarlos, para poner en tela de juicio todo lo que una mujer que no cuente con las reglas del jugo de los hombres no podría descubrir. Alguien tan parecido a ellos que los obligue a competir de igual a igual, en vez de ya tener la carrera ganada de por vida. De sentirse en la obligación de esforzarse para impresionar, de hacer cosas en las que no se sienten seguros de salir airosos.
Prefieren salir con mujeres que podrían compararse con una galleta de arroz o una milanesa de soja, pero que los asegurarían en su posición de proveedor de cultura, humor y sabiduría.
Es un comportamiento facilista y narcisista juntarse con alguien que no tiene nada que vos no tengas, nada que pueda intimidarte, nada desconocido, nada que requiera tu esfuerzo, nada para aprender, nada que te haga querer superarte un poco, levantarte del sillón donde estas viendo El portal de las mascotas para leer algo, tratar de entender Velvet Goldmine en vez de comprar el balde grande de pochoclo de Hulk, exponer una opinión sobre los principios del comunismo en vez de decir “Con ese culo cagás bombones”. Pueden darse el lujo de ser Homero Simpson que nadie los va a juzgar, porque al lado tienen a Stimpy.
Aparentemente, ser hombre y estar al lado de una mujer de mucho carácter es todo un reto, ¿pero no es ahí donde está la gracia? ¿No es la idea tener a alguien que, o te gane, o compita con vos, en el mejor sentido, en un sentido estimulante? No querés a alguien a quien decirle lo que tiene que hacer, o cómo hacerlo. Querés a alguien que presente un reto, intelectualmente, físicamente.
Claro que cuando decidís dejar de ser parte del rebaño blanco para saltar el cerco y ser del otro bando, dejas atrás la seguridad y la comodidad, de ahora en más vas a pagar las consecuencias de haber querido diferenciarte. Si lo que querías era no ser como la mayoría de las mujeres, lo lograste, pero tenés que saber que la mayoría de las mujeres consiguen hombres con facilidad.
Si estás en este lugar, la única manera en la que podés estar con un hombre, es si encontrás a otro como vos, alguien que haya saltado el cerco, y que aburrido de comer pasto, quiera jugar carreras con una oveja negra. Y si se sienten intimidados por vos, es por que te consideran un rival digno, y eso, es tremendamente delicioso.

Hasta Que La Pequeña Muerte Nos Separe


Siempre hay un chico en tu vida que parece ser el modelo en base al cual elegís y juzgas a todos los demás. Es el chico más lindo y cool que conoces. Es tan, tan, tan lindo que ni siquiera te molestás en gustar de él. Pero no deja de ser tu fantasía que algún día se dé cuenta de que le gustás, y te invite a salir. Jamás estuviste, ni estás enamorada de él. Es más, pueden pasar días sin que pienses en él, pero cuando lo ves, aún cuando solo ves su foto, te hacés pis y por 10 segundos creés que es el amor de tu vida. Hasta que volvés al mundo real, y decidís seguir como si nada, sabiendo que dejarte llevar por él es un suicidio.
Ponés su foto en el Messenger y en tu billetera para que tus exes lo vean y crean que estás de novia con el chico más lindo del mundo. Y si realmente fuera tu novio, se lo mostrarías a todos, lo llevarías a todos los eventos, le sacarías cientos de fotos con diversos atuendos y jamás mirarías a otros chicos, porque difícilmente encuentres a alguno más atractivo luego de estar con este adonis.

Vas a un festival musical, y entre montones de remeras de Morrissey, lo ves. Inmediatamente te volvés loca por él. Olvidás toda la cordura y racionalidad que pregonabas solo unas líneas más arriba. Podrías ser inteligente, desacomodarte un poco el pelo, poner tu mejor cara de puta, acercarte a saludarlo y entablar una interesante conversación. Pero no. Después de haberlo convertido en el semental todopoderoso, el mister Hawaian Tropic 2006, tu novio ficticio y el chico al que siempre soñás pero nunca podrías aspirar, se volvió una bola de belleza, actitud, un mito, que lo único que hace es inhibirte, hacerte entrar en pánico y esconderte de él. Tenés terror de tener que confrontarlo, te ponés excusas para no tener que saludarlo; "Estoy fea", "está con alguien", "no se va a acordar de mí", "¿de qué vamos a hablar?". Tenés miedo de que te ignore, pero más aún, tenés miedo de que te preste atención, ¿cómo vas a hacer para mantenerla, para estar a su altura? ¿Cuánto vas a poder sostener esto?

Te lo cruzás al menos seis veces. Es hora de volver a casa y te vas a tomar el colectivo sintiéndote una imbécil cobarde por haberlo evadido, por no haber aprovechado tu oportunidad, es por esto que sos jamás transada. En medio de tu odio ves que ahí viene él, acompañado por toda su hermosura. Das vuelta la cara, y hacés como que no lo viste, otra vez. En lugar de seguir de largo como desearías lo hubiera hecho, se pone atrás tuyo en la cola del colectivo. INCREÍBLE, de todos los lugares, de todas las personas, por mera casualidad estás parada junto al chico más lindo del mundo, tu novio ideal. Vamos, ya es ridículo, ¿cuánto más vas a fingir que no lo reconocés? Te das vuelta y lo saludás actuando sorprendida. Contrario a lo que imaginabas, se entusiasma al verte. Una vez que te ponés a hablar, te das cuenta de que no era tan difícil, y que sí tenías tema. Y mientras habla, pensás que esto es como si a los 10 años hubieras viajado en colectivo con ese chico de Jugate Conmigo que tanto te gustaba, o como si a los seis hubieras tomado la leche y visto los Pitufos con Pablito Ruiz.

Al día siguiente recibís el llamado más inesperado de tu vida, es él, está prácticamente desesperado por verte, ya, ya mismo, te dice que estabas lindísima y que se arrepiente de no haberte transado ahí mismo, ¡te querés matar! Y vos todo el tiempo pensando que solo te hablaba por lástima. Es demasiado increíble, se acerca Navidad y Santa al fin leyó tu carta. Es lunes y estás trabajando, así que tratás de posponer el encuentro hasta el fin de semana, tenés que prepararte mentalmente después de esto, y por supuesto también, físicamente; tenés seis partes diferentes del cuerpo de donde sacarte pelos, un choclo en medio de tu frente del que tenés que deshacerte ya, y un tono de piel color pollo hervido que necesita sol inmediatamente. Y por supuesto, algo de ropa nueva para adquirir ese look rockstar que es el único que logra hacerte sentir una estrella porno. Listo, cinco días son suficiente.

Te mandás para la casa de él en un domingo que Morrissey jamás hubiera imaginado, te lo re transás, como nunca antes te habías transado a alguien. Mah sí, si era otro le parabas el carro de una, pero este hay uno solo, lo dejás hacer, te dejás hacer, hasta que terminás con él dormido y roncando al lado tuyo.
Te volvés a casa con ganas de contarle al remisero sobre lo bueno que fue tu día, pero dudás que al pobre hombre realmente le interese tu historia. No importa, ya vas a encontrar a alguien, no te vas a quedar sin contar esto, y a pesar de que en el auto suena el inmundo nuevo corte de David Bisbal, no podés dejar de sonreír.

Pasan los días y no volvés a saber de él, al menos no de un modo que implique un nuevo encuentro, pero obtuviste mucho más de lo que esperabas, y por más que siempre vas queriendo más y más, no estuvo tan mal, para nada. Tal vez sí lo vuelvas a ver y le hagas el doble de lo que le hiciste antes, y tal vez fue solo ese día, ¿pero cuántas pueden decir que estuvieron con el chico más lindo que alguna vez vieron? ¿Que les cayó una cita del cielo como si fueran la mismísima Bridget Jones? Al menos a vos JAMÁS te había pasado. Así que no te arrepientas, no esperes más, no sufras, no mires atrás con ira, relajate y gozá, acordate con una sonrisa, la cara sonrojada y una ceja levantada, que domingos como ese, hay pocos.

El Que Ríe Último No Ríe Mejor, Pero Ríe Último


En el fondo siempre seguiste haciendo cosas para que ellos te noten, no sabés bien para qué, pero no querés que te olviden, no querés que dejen de pensar que sos linda, no querés dejar de calentarlos cuando te ven. Y cuando los ves te ponés nerviosa, querés vomitar, se te va el hambre, transpirás, a pesar de que él ya no te mueve un pelo, que lo ves y te das cuenta de lo feo que es, que te acordás las cosas que te hizo y lo detestás, que no podés creer que estuviste en los brazos de esa persona. Y jamás se te ocurriría volver a hablarle, volver a acercarte a él, con lo que te costó olvidarlo, no tenés ningún interés en volver a meterlo en tu vida, primero porque ya sabés cómo va a terminar, segundo, porque ya pasó, ya lo superaste, ya no te interesa, no te atrae, y mucho menos te cae bien.
Pero ellos siempre encuentran una nueva forma de sorprenderte; si tenés la mala suerte de no saber cómo hacer para cerrar el puto Messenger, y tenés la curiosidad suficiente como para todavía no haber bloqueado a los pibes con los que estuviste, no te extrañes si un sábado lluvioso, en el que por supuesto estás en casa sin planes mejores que poner los pies en la palangana porque caminaste mucho buscando unas horquillas para tu abuela, te sentás frente a la computadora, y ves una ventana con su nombre, titilando, ese nombre que hasta el día de hoy te cuesta pronunciar. Es el shock mas grande desde que te enteraste que tu mamá y tu papá tenían sexo por diversión, y no para darte hermanos. Dice "Hola", contestas "Hola". Considerás todas las opciones; cerrar la ventana, bloquearlo, decirle que lo odiás, que se vaya a la mierda, cambiar la foto de las sillitas de playa por esa en la que estás en bombacha y botas vaqueras y parecés la tapa de la revista Rolling Stone. Decidís ir con la opción más amigable y elegante, la que no te deje parada como una resentida, o haga que él crea que aún te interesa conquistarlo. Creíste que él solo quería hacer las paces con vos, para tener la conciencia limpia, pedirte perdón por las que te hizo, pero te defraudó una vez más. Te pregunta si tenés novio, mentís, claro, y le decís que estas viendo a un chico, vos no le preguntás por su estado, primero, porque no querés que crea que te importa, y segundo, porque tenés la certeza de que ninguna mujer en su sano juicio lo tendría como novio. Te quiere ver otra vez, desde que él, ÉL te dejó. Es la segunda vez que se rebaja y te busca, por supuesto siempre lo hace cuando su pito lo dicta, y no dudará en volver a dejarte cuando este esté satisfecho. Ya caíste la primera vez, y escapaste antes de que él se saliera con la suya, dándote cuenta de qué clase de persona tenías enfrente, y suponiendo que si alguna vez volvía a buscarte es porque es un verdadero enfermo, carente de toda vergüenza, conciencia propia, escrúpulos y ubicación. Pero él NUNCA deja de sorprenderte, ¿acaso te subestima, creyendo que vas a darle la oportunidad de que te deje otra vez? Y en caso de que flaquees, y dudes, y le creas, siempre va a ser él el que gane, él la va a poner, y
vos vas a terminar con el corazón roto. Le decís que no, que no te interesa verlo como amigo, porque solo podes hacer amistad con hombres feos, o gays, o con los que nunca transaste, y mucho menos querés verlo como novio. Ya tuvo su chance de estar con vos, DOS veces,
ahora es tarde, es a vos a la que no le interesa verlo, y después de tanto tiempo de sentirte la
idiota, la usada, la crédula, la dejada, te das el gusto, el lujo, de ser vos la que lo rechace a él, de ver cómo se te ofrece, cómo te busca, cómo dos años después se sigue acordando de vos, y lo seguís calentando, y lo ves rebajarse, y hablando con él te das cuenta de que te convertiste en una persona inteligente, madura y honesta, y él sigue siendo un nene de 26 años que nunca creció y que toma mucho, y le negás lo único que él quería en este momento, a vos. Tres hurras por la dulce venganza, que tarda, duele, pero llega.

El Amor No Es Ciego, Hace La Vista Gorda


Al igual que en un solo segundo te das cuenta de que alguien te gusta, solo hace falta un segundo más para que todo se termine definitivamente. Es como el amor a primera vista pero al revés. Después de todo, te la viste venir, todos los días descubrías algo de él que te hacia sentir vergüenza ajena y que, anticipando la reacción, evitabas contarle a tus amigos. Estudia jardinería, su película favorita es Conan, el Bárbaro, escucha Maná, tiene faltas de ortografía, usa remeras de El Extraño Mundo de Jack, no sabe quiénes son los Strokes, ve Videomatch, hoy vino tuerto, te habla y se olvida, te invita a salir y se olvida, bla, bla, bla, etc, etc, +(&UI^%&*^&g$B$&u=ç. Todas las personas tienen algo que no te va a gustar, pero en el caso de él, era un montón de cosas que no te gustaban, que tenían a una persona. Y lo que antes era un príncipe, ahora se parecía mas a un pedazo de carne hervida entre dos panes alargados. A pesar de todo esto no te dignabas a reconocer que no era para vos. Le perdonaste todos esos... ¿defectos? Creyendo que debía haber algo más, tiene que haber algo más, no te podés haber equivocado tanto, no querés dejar de gustar de él. Y con tal de no quedarte sin un objeto para tu afecto, llevás tu negación hasta las últimas consecuencias. Al principio, en el afán de seguir engañándote, lo ves como una ventaja, después de todo, (irónico juego de la naturaleza) el momento en el que más sexy te sentís es cuando te das cuenta de que el chico que te gusta es menos interesante que vos, cuando te sentís por encima de él, cuando casi ni te gusta, es ahí cuando te convertís en la zorra capaz de seducirlo. Pero a la racionalización le ganó la realidad, así como cuando en el segundo en el que te das cuenta de que te enamoraste de esa persona que hasta ahora no te llamaba la atención alrededor de su figura aparecen pequeños ángeles en pequeños pañales tocando el arpa, liebres corriendo en círculos, y hasta un unicornio bebiendo agua bajo el arco iris, ahora parece ser escoltado por un penetrante olor a salchicha, pilas de cartones, y una inexplicable cantidad de cáscaras de banana. Lo ves todos los días, pero particularmente hoy, cuando te miró a los ojos y te tocó, te diste cuenta de que no sentías absolutamente nada. Gualicho, macumba, hechizo o sincero amor ciego, ya había terminado. Lo saludás con tu cara más cordial y te das vuelta sabiendo que mañana cuando te arregles frente al espejo no va a ser por él, es hora de buscar otro.

Bendita La Ignorancia


Demasiado tiempo de ocio frente a un medio que proporciona tal cantidad de información como lo es Internet puede hacer que descubramos cosas que deberían haber permanecido en secreto para siempre. Frente a una pantalla de Messenger completamente estática, y después de ya haber agotado tema de conversación con las únicas dos personas conectadas, tuviste la peor idea desde que se te ocurrió dejar a tu tortuga Dulce Williams tomando sol en una caja de zapatos durante 12 horas. Esto es, clickear en el nickname del chico que hasta ese momento te volvía loca y elegir la opción "Ver perfil". Lo hiciste esperando en el fondo de tu morboso corazón encontrar un gran cartel que diga, "Miembro desconocido", porque el solo hecho de que tenga una página en la que le cuenta a perfectos desconocidos cuál es su signo, edad y color favorito en busca de pareja, o aún peor, solo amigos, lo convertiría en un pancho, y no uno cualquiera, uno muy grasa. Y en los segundos que tardaba la pagina en cargar, esperaste con ansias y llena de ilusión. De repente, una bolsa tamaño familiar de hielos Rolito cae sobre tu cabeza, el chico que creíste un bohemio con muchos discos, que viste con ropas de la Quinta Avenida como si su aspecto no le importara, y que tiene muchos amigos artistas que no hablan castellano, es una completa farsa.Ahí esta, frente a vos, toda la verdad; su película favorita, su estado civil, sus hobbies, su foto, ¡y la descripción de su personalidad!. Y todo desmitifica la imagen que tenías de él. Parece escrito por otra persona, ¡parece la foto de otra persona! La de un nene de 12 años que posa frente a la cámara luciendo una visera de propaganda que le regalaron en La Rural. Ojalá lo fuera, pero no. Es Él. En ese momento te sentís como en alguna de esas películas en las que la protagonista descubre que Michael Caine no es el casanova culto, elegante y de modos europeos por el que creía haber sido seducida, si no solo un farsante en busca de una jugosa herencia, o de un revolcón con una veinteañera. ¿Y esto te gusta? ¿Esto era? ¡Cómo te engañaron! ¡Cómo te cagaron! Ahí es cuando viene a vos la revelación. Él no te engañó, vos te engañaste. Él nunca fue el bohemio, o el viajante, o el músico, lo inventaste vos. Una vez que supiste su nombre, su edad y lo que había hecho el fin de semana, completaste el resto con lo que te gustaría que fuera. Y ahora esa persona increíblemente interesante desaparecía ante tus ojos. Te apurás para ver la fecha en la que escribió esa parva de sandeces. Junio de 2004. Respirás profundo, está bien, es más de un año, era chico, tuvo tiempo de recapacitar, de comprar discos, de hacer amigos extranjeros y de convertirse en el bohemio que siempre supusiste debía ser.

Muerte A Primera Vista


¿Y qué pasa si no hay forma de evitarlo? ¿Qué pasa si está más allá de lo que podés decidir? ¿Si fue muerte a primera vista? Sabés que tiene novia, pero no podés dejar de querer que no sea verdad. Es más, estás convencida de que él por alguna extraña razón te busca. Y vos no perdés el tiempo, cual botella barata de jugo Mocoretá, te rebajás hasta el punto de convertirte en su amiga. Es más, cada vez que intentás alejarte de él, tratando de conservar algo de la poca dignidad que aén te queda, te arrepentís y terminás volviendo como un perro mojado. Pero no podés seguir con la charada por mucho más tiempo, no podes seguir fingiendo que sos su amiga y que te importan las pelotudeces que cuenta sobre su novia, ¿es que no entiende la indirecta? ¿No se da cuenta de que cada vez que la nombra te das vuelta, o empezás a hablar de una mancha en la alfombra con la forma de Álvaro Alsogaray, o te golpeas la cabeza contra la pared? Así que te decidís a recobrar tu dignidad y hacer que se haga cargo de sus acciones, vas a averiguar qué mierda es lo que quiere de vos. Y cuanto antes mejor, antes de que lo imagines como padre de tus hijos. O te hace de todo o se va a la mierda, no vas a ser el buitre que soporta su estúpida amistad hasta que se decida a dejar a la otra y darse cuenta de que vos sos la mujer ideal para él ¿Por qué no se dio cuenta aún? Hacés de todo para ser perfecta, pero él no lo nota, siempre parecen preferir a esas mujeres a las que no les encontrás nada, NADA de gracia, que hablan como bebés, recriminan cosas, cuentan los días de noviazgo para saber cuándo regalar el oso de peluche, y no saben nada de música. Y siempre guardás la esperanza de que sean unos forros infieles, después de todo, tiene 22 años, que viva la vida, no tiene qué ser fiel. El sueño de toda chica es que le gustes tanto que deje a la novia por vos, porque después de todo, ¡a nosotras sí nos dejarían por otra! ¿O te creés que a vos te sería fiel? Pero vos nunca tendrías esa suerte, no sos de las que mueven montañas. Y no te vas a conformar con una transa furtiva, no, no; aunque al principio creas que lo único que querés es partirle esa boca puta que tiene, cada vez vas a querer más, es el Full Monty o nada. Y si no te queda nada, al menos siempre podés volver a casa y ver Moulin Rouge por decimoquinta vez, esperando algún día ser vos la que cante y gire feliz sobre un elefante.

Temporada de Apareamiento


Una vez al año se celebra la gran barata de hombres, donde los machos alfa son expuestos en todo su esplendor, para que las señoritas solteras elijan al que más se ajuste a sus sueños y fantasías, y comience con él a vivir una vida maravillosa y plena de felicidad. Claro que muchas de nosotras, ya sea porque nos quedamos dormidas, o porque estábamos ocupadas decidiendo cuál de las dos remeras nos hace más parecidas a Heidi Klum, o porque debido a la vida sedentaria no podemos correr 50 centímetros sin sentir taquicardia, o perder la irrigación del oxígeno en el cerebro, llegamos tarde a la gran barata. Sí, llegamos cuando solo quedaban sobre la mesa un par de saldos; un maníaco depresivo con un enterito y un ojo apuntando para cada lado, un hombre mazorca comiendo una docena de empanadas de muzarella y longaniza, y los usuales opas, totalmente carentes de sentido del humor y gracia. Pero es ahora o nunca, si no se elige un hombre en este momento y en este lugar, se deberá pasar otro año sola, cual animal doméstico. Un año entero condenadas a ver cómo el hombre de tus sueños ya está con otra, porque siempre hay una más rápida que vos. Y para llegar antes, ¿qué tendrías que haber hecho? ¿Conocerlo a los tres años? ¿Cómo puede ser que todos los hombres de tu edad, o al menos lo que te interesan, ya estén totalmente comprometidos? ¿Cómo es físicamente posible que alguien que nació hace unos seis años ya tenga un noviazgo de siete? Y mientras tanto, seguís siendo el tercer gajo de una naranja de la que nunca vas a formar parte. Y en tu vida ya acumulaste un montón de naranjas, ¡enteras! Tal vez encuentres un medio pepino, o un medio banana, o un medio nabo, pero no pierdas el tiempo, porque tu media naranja ya está entera, al menos por este año.

La Gente Escucha Tus Mierdas mientras Las Expongas Con Humor


¿Por qué nos quejamos todo el tiempo de que no conocemos a nadie lindo, o interesante, que solo somos chamuyadas por las personas incorrectas, por los que tienen sólo dos o tres caramelos en el frasco, o por los que cuando comen retienen toda la comida entre sus dientes sin siquiera avergonzarse por ello? Nos quejamos por la carencia de hombres, esperando que algún día, no muy lejano, entre esa mata de gente nueva aparezca algo por lo que al menos valga la pena no ponerte el corpiño deportivo y el saco de mamá. Claro, suponemos que así todos los problemas mágicamente se van a arreglar, por ejemplo, si no me gusta levantarme a la mañana para ir a estudiar, cuando conozca un chico no voy a tener problema en hacerlo, o, si odio viajar en un colectivo toda apretada y llena de gente maloliente en verano, si tengo un chico, no veo por qué no voy a poder hacerlo, o tal vez, si tengo humedad en el techo del baño, seguramente eso se va a solucionar al momento en el que tenga un novio. ¿Realmente podemos pensar eso? ¿Será así? Eso es una utopía, solo capaz de ser comprobada cuando llegue el momento de conocer a alguien. Y ahí es cuando aparece, de la nada sale ese ser mágico y misterioso, que a la mañana aún no conocías, pero que siete horas más tarde parece ser la persona que te va a sacar del basurero inmundo en el que trabajás, el que va a lograr que tengas algo, ALGO que hacer los sábados, que va a evitar que los viernes mueras en Puerto Pirata, que va a curar milagrosamente los hongos del baño, y que va a protagonizar con vos las más maravillosas escenas en color sepia. Claro que todas estas fantasías fueron elaboradas en un lapso no mayor a los 15 minutos, y no tienen base bajo ningún punto de vista en hechos reales. Y ahí es cuando empiezan los verdaderos problemas, ahí es donde comenzamos a comportarnos como verdaderas criaturas irracionales y completamente bipolares. En un momento estás feliz, porque te miró, y eso solo es motivo suficiente para pensar que sí, que él quiere ser tu esposo, y que está completamente enamorado de vos, ¿qué le vas a hacer? Sos irresistible. Pero cuando estás inmersa en la más grande de las felicidades, te das cuenta de que no te saludó cuando se fue, lo cual no puede ser por otra cosa que porque simplemente se dio cuenta de que sos fea, o porque cree que sos tan loca y peligrosa como la enfermera de Misery, y no quiere tener nada, NADA que ver con vos. Y como una estúpida pasas de la gloria al deseo suicida en solo dos minutos. Y todas esas fantasías color sepia tiradas a la basura. Y quedás como una idiota con vos misma, llena de vergüenza propia. Hasta que llega la mañana siguiente, y te da los buenos días, y ahí sí, te quedás tranquila, y empezás a cantar canciones de los Beach Boys, porque hoy es tu día.