4 de mayo de 2008

La Granja


(Wild horses couldn´t drag me away)

Siempre supiste que ibas a terminar limpiando anos contranatura, cuidando de un viejo convaleciente y malhumorado cuando éste ya no tenga fuerzas ni atractivo para retozar con otras mujeres, y se dé cuenta de que la única que le iba a hacer acordar de tomar los remedios y de salir a comprarle la cinta para la máquina de escribir, sos vos. Cuando a lo único que su cuerpo y su libido en decadencia puedan aspirar es a una tarde leyendo los titulares del diario en voz alta, y se percate de que la mejor compañía que alguna vez pudo tener para leer titulares de diario en voz alta sos vos, y que todas esas jóvenes que su vitalidad supo ganarle, ya no están dispuestas a hacer el trabajo sucio de estar con él cuando hay que ponerle el papagayo.

Pero jamás se te hubiera cruzado por la cabeza que ibas a desarrollar un amor incondicional por un adicto, cuando de chica veías esas imágenes que te atormentaban desde la películas, donde el antihéroe posaba su nariz sobre un espejo al que nunca le encontrabas explicación y la línea blanca desaparecía en un segundo, y vos no te animabas ni a seguir mirando ni a decir en voz alta el nombre de ese demonio. Si había algo a lo que le tenías miedo era a Al Kassar, a los carapintadas y a la Cocaína.
Pero no todo es gratis, el tipo de chicos en los que te fijás no puede ser solo un dejo de virtudes, este era el precio que tenías que pagar.
No es ese estereotipo de adicto al que siempre te aferraste a lo largo de tu crianza conservadora; no le faltan dientes, no huele a vino, no tiene la ropa manchada con su propia orina, no ve círculos de colores flotando en el aire, no pierde el conocimiento, no se parece ni a Tony Montana ni a Charly García. Es el típico chico por el que te sentís atraída; inteligente, leído, gracioso, universitario, músico, educado y con gustos analógicos. Solo que se le dio por consumir una sustancia psicotrópica ilegal.
Y aceptás las reglas del juego, porque por más que no apruebes lo que hace, aun con esa terrible falla, sigue siendo más interesante que cualquier otro.

Te das cuenta de que nunca va a comprender cuánto te preocupás por él, que nunca se imaginaría las veces que lloraste al ver que no hay nada que vos puedas hacer para cambiar su modo de vida.
Y realizás un trabajo invisible, convirtiéndote en su madre, su psicóloga, su amigo, su esposa, su novia y su perro, haciendo todo, absolutamente todo por él, porque él no parece notarlo, y si lo hace, no lo considera algo extraordinario en lo absoluto, jamás te lo agradece, y jamás te lo devuelve. Parece creer que cualquiera haría lo mismo, que la adoración que tenés por él es lo mínimo que puede esperar. Entonces sentís que en teoría deberías mostrar más orgullo, pero lo que en teoría rebosa lógica, en la práctica te es inconcebible. Sabés que te estás saboteando, consagrándote a alguien que poca diferencia ve entre vos y un abrigo colgado de un montón de palos de escoba, pero esto está lejos de amedrentarte, y seguís adelante con el solo aliciente de que estás haciendo algo para él, y que por más de que no pueda darse cuenta, su vida es un poco más fácil gracias a vos.

Fantaseaste mil veces con el momento en el que lo confrontás y le decís todo eso de lo que o no se da cuenta o no le importa, el momento en el que ya no tenés más intención de resguardarte ni a vos ni a él, que perdiste el pudor, y que con cada palabra que pronunciás sentís más alivio. Ese momento que dudás que alguna vez llegue, pero que tenés elaborado en tu cabeza frase por frase, como el monólogo final de algún melodrama, tratando de hacerle entender a los gritos cuánto lo querés frente su expresión de desconcierto, porque a pesar de que al ojo ajeno es una causa perdida de la cual tenés que alejarte lo antes posible, y tal vez probar con un chico que usará sandalias pero que al menos no se droga, y de que hasta ahora nunca valoró cómo sos vos con él, si no tenés fe ciega en nada, es que entendiste mal todo, y vos tenés fe ciega en él.

Sería más fácil, y más saludable, y más tranquilizador para tu mamá si te inclinaras por el de las sandalias, pero te gustó el durazno, y a este durazno tenés que compartirlo con otra. Y más que saberlo seguidor de la diosa inca, te angustia pensar que está convencido de que no hay nada en la vida que sea suficiente para llenarlo, ni para mantenerlo entusiasmado, aun estando vos en ella. Y en cambio para vos él solo es suficiente, y nada que puedas meterte por la nariz le ganaría a eso.

1 comentario:

  1. Muy bueno el texto. Creo que uno no elije a quien querer, solo pasa y listo, cuando te queres acordar estas pensando el EL mientras te lavas los dientes, esperas en la parada del colectivo, masticas la medialuna de la merienda. Pero cuando son situaciones asi, dificiles, es coplicado, tube amigas que estubieron con muchachos que tenian problemas parecidos, creo que se puede llevar adelante si se tiene mucha fuerza, sino se pone fulera la cosa.

    Soy flor, ex fotolog.com/espejoroto, ex uncronopiopequeñito.blogspot.com, etc etc etc. Si, me mudo una vez por semana masomenos, terrible lo mio.

    Saludos!

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